Chernobyl
El 26 de Abril de 1986 explotó el reactor nº 4
de la planta Nuclear de Chernobyl (Chernóbil), impactando al mundo con la mayor
tragedia humana y ecológica de todos los tiempos, sólo comparable con la más
reciente de Fukushima. Desde entonces, las radiaciones han envenenado la vida
de aproximadamente 8 millones de personas de Belarus, Ucrania y Rusia, quienes
no conocían con claridad las consecuencias que la catástrofe podía generar en
su salud. Chernobyl antes del accidente La central antes del accidente.
En los días subsiguientes a la
explosión, comunidades enteras fueron evacuadas ya que los niveles de radiación
en sus hogares eran extremadamente perjudiciales para la salud. Trece años
después del terrible accidente la ayuda social para las víctimas, así como el
cuidado y asistencia médica, eran aún poco comunes y difíciles de obtener. Hoy
día y sorprendentemente, la cuidad de Pripyat -en parte casi fantasmagórica-
cuenta por otro lado con una vegetación asombrosa. Lo que no ha cambiado es el
recuerdo de una región que un día tuvo vida, unas ciudades con familias, niños,
colegios, hoteles, jardines y parques de atracciones que no llegaron jamás a
inaugurarse. Quienes tuvieron que abandonar sus viviendas de un día para otro
no olvidan pero viven resignados por ese recuerdo de la mayor catástrofe hasta
el momento, que no sólo se llevó parte de sus vidas, sino físicamente la de
muchos de sus vecinos y que ha marcado con malformaciones, cáncer y otros males
a otros tantos de ellos.
Toda la zona contaminada tiene
el acceso prohibido salvo a algunos investigadores y periodistas (como el
programa Cuarto Milenio, de Iker Jiménez, que en su sexta temporada, capítulo
2, se adentraron en la misma para conocer cómo es ahora, al cumplirse 25 años
(en 2011) de la catástrofe. Existen estrictos controles militares en los
límites de la zona prohibida y un retén del ejército y de científicos e
ingenieros dentro, aunque a varios kilómetros de la central, que controlan su
estado. No obstante, aún quedan algunas familias residiendo en la zona. Tras
tantos años han logrado sobrevivir, si bien, obviamente, comen y beben
productos contaminados.
La pregunta que podemos
hacernos es cómo han logrado vivir allí, y también cómo ha vuelto a crecer la
vegetación con tanto vigor con la radiación del entorno. Los científicos creen
que tanto plantas como humanos pueden llegar a acostumbrarse a niveles bajos de
radiación, si bien en temas relacionados con la energía atómica todavía se sabe
poco.
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